jueves, 21 de marzo de 2013

Factor paternal

Durante estas Fallas, he estado trabajando como encargado del rocódromo en una empresa de parques móviles (colchonetas, trickets...) donde he podido contemplar uno de los aspectos el cual, como animadores, encontraremos con frecuencia.
El rocódromo se trataba de una pared vertical de unos 5 metros con dos arneses, uno para el encargado (en este caso, yo) y otro para el escalador, el cual, podía utilizar toda aquella persona que quisiera y cupiera en él sin representar un riesgo incontrolado.
Así pues, como encargado de esta instalación, debía procurar, al mismo tiempo, diversión y prevención de riesgos.

Este aspecto se dificultaba en gran medida a causa de los padres, ya que, como en todas las relaciones paterno-filiales, existe la mentalidad: "Mis hijos son especiales y más importantes que nada; sobretodo, tienen que ser mejor que los hijos de los demás".
Las personas que podían hacer uso de este servicio debían tener presente cerca algún tutor o adulto responsable que se hiciera cargo y conociese la actividad; siendo pues que, en ocasiones, las personas que realizaban la actividad no superaban los 3 años o su estatura no conseguía llenar totalmente el arnés. 
Como encargado y con el conocimiento y consentimiento del tutor, les permitía realizar la actividad hasta una altura máxima (1,5 metros) para que sintieran la diversión pero manteniendo la seguridad, es decir, hasta una altura donde el tutor o adulto responsable pudiera apoyar y ayudar a la persona en el ascenso, siendo entonces cuando la persona bajase.

El inconveniente previamente expuesto reside en que, al llegar a esta altura, los tutores o adultos responsables (padres y madres) pretendían que estas personas rebasaran esta altura, poniendo al límite la seguridad de sus propios hijos, mediante gritos de ánimo o instigándoles con comparaciones de los otros hijos.
Como encargado, no pretendía atisbar situaciones de peligro, por lo que bajaba a la persona con las represalias de sus propios padres, los cuales, por competitividad, pretendían crear estas situaciones que podrían terminar en daños más graves.

También hubo un caso en particular totalmente opuesto, en el cual, un padre, negó a su hijo la oportunidad de divertirse cuando, al resbalar al principio del ascenso, le instigó que, con ese fallo "estaba muerto", haciéndole bajar en el acto con la moral totalmente mermada.

Todo esto es una breve exposición de lo que todos hemos visto o posiblemente veremos durante nuestra vida laboral como técnicos. Es en estos casos donde nosotros, como animadores, deberemos tener el suficiente criterio para realizar actividades divertidas y seguras sin poner en riesgo a las personas de las cuales estemos encargados, incluso en contra de sus propios tutores o adultos encargados, ya que, incluso ellos, son un factor de peligro que siempre debemos tener en cuenta.


Esta lectura quizás os parezca aburrida o demasiado común. Gracias por leerla y, por favor, dejad vuestros comentarios si tenéis alguno.
Jordi Alfonso Martínez

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